Revolución Legalista

Revolución Legalista
11.3.1892-6.10.1892
Insurrección armada dirigida por el general Joaquín Crespo que logró derrocar al gobierno del presidente Raimundo Andueza Palacio.
Antecedentes: A comienzos de 1891, el gobierno de Andueza Palacio decidió someter a consideración del Congreso 2 proyectos de reforma a la Constitución «Suiza» vigente desde 1881. El primer proyecto buscaba establecer que el Congreso quedase autorizado para hacer enmiendas a la Constitución sin tener que convocar a una Asamblea Constituyente; sancionada el 9 de abril de 1891, la Constitución reformada fue promulgada por el Ejecutivo el 16 de abril de 1891. El segundo proyecto, presentado el 25 de junio de 1891, incluía los siguientes cambios: regreso a la división territorial en 20 estados; sufragio universal, directo y secreto; representación proporcional de las minorías en los cuerpos deliberantes; libertad religiosa; régimen municipal independiente; abolición del Consejo Federal y extensión a 4 años del período presidencial. Las reformas parciales de la Carta se harían conforme a lo establecido por la recién promulgada Constitución, pero la reforma total solo podía decidirla una Asamblea Constituyente ordenada por las dos terceras partes del Congreso y por los dos tercios de las asambleas legislativas de los estados. El proyecto, sometido a la consideración de las legislaturas estatales, fue aprobado por todas, pero al acercarse la fecha de la reunión del nuevo Congreso, que coincidía con la fecha en que terminaba el bienio de Andueza (20.2.1892), el gobierno se dio cuenta de que carecía de la mayoría necesaria para llevar a cabo sus planes; en efecto, los legisladores se encontraban divididos en 2 bandos: los legalistas que sostenían que debía elegirse el Consejo de Gobierno y este elegir presidente según lo establecía la Constitución de 1881, y los continuistas, partidarios de Andueza, que opinaban que debía entrar en vigor la reforma constitucional que acababan de aprobar las legislaturas y como, según esta, el período presidencial terminaba el 20 de febrero de 1894, Andueza podría continuar como presidente por 2 años más. Ante esta situación, el Ejecutivo se propuso obstaculizar la reunión del Congreso; el 14 de marzo de 1892, Andueza lanzó un Manifiesto a la Nación valiéndose de la aprobación de las asambleas legislativas estatales para proclamar la inmediata vigencia de la reforma constitucional propuesta, desconociendo, de hecho, el poder del Congreso Nacional. Ante este «golpe de Estado» contra la soberanía del Poder Legislativo, se desató la contienda armada.
La campaña militar: Desde enero de 1892, el general Joaquín Crespo se había retirado a su hato guariqueño de El Totumo, advirtiendo a Andueza que si no entregaba el poder el día 20 de febrero, como estaba previsto, le haría la guerra, contando con el apoyo del país entero. Crespo inicia la insurrección al salir de El Totumo, dirigiéndose a las sabanas del sur del Guárico (11.3. 1892). De inmediato, Andueza designa a su ministro y consejero Sebastián Casañas comandante en jefe del ejército expedicionario encargado de someter el alzamiento (18.3.1892). La guerra se extiende rápidamente por todo el país. En Caracas, la Corte de Casación acuerda «suspender sus trabajos y sesiones hasta que la Nación recobre sus legítimas autoridades» (21.3.1892), actitud que imita la Corte Federal (18.4.1892). Bajo la dirección de Crespo, la insurgencia adopta el nombre de Revolución Legalista, ya que su objetivo declarado es el restablecimiento de la «legalidad constitucional» y logra, de hecho, una fusión entre liberales amarillos y conservadores «azules» que se evidencia en el uso por parte de los revolucionarios de la bandera blanca, símbolo de unión, en oposición al pabellón amarillo enarbolado por las tropas del gobierno. La Revolución Legalista es apoyada en los estados andinos por Juan Bautista Araujo y Leopoldo Baptista (Edo. Trujillo), Esteban Chalbaud Cardona y Espíritu Santo Morales (Edo. Mérida y Edo. Táchira); en Falcón se unen al movimiento León Colina y Gregorio Segundo Riera; en el sur de Aragua se levanta en armas Ramón Guerra; en los valles del Tuy se alzan Martín Vegas, Wenceslao Casado y Leoncio Quintana, imitados por Pablo Manzano en Portuguesa y Barinas, José Félix Mora en Carabobo, José Manuel Hernández, el Mocho, y Manuel González Gil en Guayana, Manuel Guzmán Álvarez y Nicolás Rolando en Maturín y Barcelona respectivamente, Julio Montenegro en Cojedes, Eduardo Ortega y Bartolomé Ferrer en Margarita José Antonio Velutini y Manuel Morales en Carúpano y José Bonifacio Galíndez en Apure. En defensa del gobierno, se destacan los nombres de Domingo Monagas, Diego Bautista Ferrer, Alejandro Ibarra, Julio F. Sarria, Luis Loreto Lima y, desde el Táchira, el joven Cipriano Castro. El ejército expedicionario de Casañas hace contacto con las fuerzas de Crespo en Puerto Miranda, en las márgenes del río Apure (10.4.1892); combates y escaramuzas se prolongan (10-15.4.1892) en lo que se vino a llamar «la acción de Jobo Mocho». Ambos ejércitos se retiran y, a pesar de la propaganda oficial, Casañas regresa a Caracas sin haber logrado derrotar o dispersar las fuerzas de Crespo. A los pocos días (6.5.1892), Ramón Guerra ocupa la localidad de Calabozo, juntando sus fuerzas con las de Crespo y su secretario general y jefe de Estado Mayor, el general Juan Pietri. Crespo, el caudillo, Pietri, el cerebro político, y Guerra, el estratega, forman la trinidad dirigente de la revolución. El indudable fracaso de la expedición de Casañas provoca una crisis en el bando gubernamental; Casañas es destituido del mando del ejército, mientras Domingo Monagas y Julio F. Sarria presionan a Andueza para que renuncie, permitiendo así la reunión del Congreso y el retomo de la Nación al régimen de derecho. La situación pronto se hace insostenible; Andueza renuncia a la presidencia y sale del país rumbo a Martinica (17.6.1892), dejando encargado del Poder Ejecutivo al consejero federal núm. 1, Guillermo Tell Villegas. En un primer momento, el nuevo gobierno busca una fórmula de entendimiento con Crespo, pero este último rechaza las ofertas de paz que le son presentadas (21.6.1892) y se reinicia la campaña militar. El general Luciano Mendoza es nombrado jefe del ejército gubernamental y logra detener a Crespo y Guerra en el combate de la Cortada del Guayabo (1.7.1892); el ejército legalista se retira y se divide en 3 cuerpos: uno de 3.000 hombres bajo las órdenes de Ramón Guerra se dirige hacia La Victoria; otro de 5.000 hombres, al mando de Leoncio Quintana, Wenceslao Casado y Martín Vegas, queda en Ocumare del Tuy y el tercero, bajo las órdenes de Crespo, toma la vía de San Casimiro y se estaciona en San Juan de los Morros. Mientras tanto, en Caracas, se siguen barajando posibles soluciones políticas al conflicto; se contemplan las candidaturas presidenciales de Laureano Villanueva y del ex presidente Juan Pablo Rojas Paúl quien había regresado al país (12.7.1892) , sin que se logre decisión alguna al respecto. Rojas Paúl sale nuevamente hacia Curazao (1.8.1892), mientras las comisiones preparatorias del Congreso intentan mantener una ficción de constitucionalidad. El 9 de agosto de 1892, las fuerzas crespistas toman la plaza de Villa de Cura; el 10, José Manuel Hernández, el Mocho, a raíz del combate de Buenaventura de Orocopiche, ocupa a Ciudad Bolívar en nombre de la revolución; Valencia cae en poder de Crespo (17.8.1892), así como Puerto Cabello (24.8.1892). En Caracas, Luciano Mendoza establece una dictadura militar de hecho, sobreponiéndose a la precaria autoridad de Guillermo Tell Villegas quien, después de fracasar en el intento de entregar el poder al general Eleazar Urdaneta, jefe nominal de la llamada Liga de Occidente que agrupaba a los estados Lara, Zamora, Zulia, Falcón y Andes, decide abandonar el país (2.9.1892); lo sustituye su sobrino, Guillermo Tell Villegas Pulido. Luciano Mendoza asegura la defensa de la capital y recurre a impopulares medidas de reclutamiento forzoso de la población civil. A fines de septiembre, Joaquín Crespo inicia su avance hacia Caracas al frente de más de 10.000 hombres. José Ignacio Pulido y Luciano Mendoza los esperan en los alrededores de Los Teques. Los combates de Boquerón y Los Colorados (3-5.10.1892) sellan el final de la campaña; Mendoza y Pulido se retiran, junto con el propio Villegas Pulido abandonando a Caracas (6.10.1892). La ciudad queda desguarnecida; bandas de saqueadores invaden las residencias de Andueza Palacio, Pulido, Sarria y varios otros dirigentes del fenecido gobierno, así como las oficinas del diario La Opinión Nacional. A las pocas horas, Crespo hace su entrada en la capital, bajo un torrencial aguacero. La Revolución Legalista había triunfado, dejando un saldo, según las estimaciones de Manuel Landaeta Rosales, de 150 hechos de armas, 4.500 muertos y más de 2.600 heridos.

Temas relacionados: Andueza Palacio, Raimundo, gobierno de; Liga de Occidente.
Autor: Nikita Harwich Vallenilla

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