Monagas, José Gregorio, gobierno de

Monagas,   José Gregorio,   gobierno de
5.2.1851-20.1.1855
El presidente de la República, general José Tadeo Monagas, puso en juego toda su influencia para lograr que su hermano menor, el general José Gregorio Monagas, le sucediera en la presidencia. Las elecciones de primero y segundo grado, realizadas en agosto y octubre de 1850 respectivamente, le dieron a Monagas un total de 203 votos electorales. Sus más inmediatos seguidores fueron el caudillo liberal Antonio Leocadio Guzmán entonces vicepresidente de la República, con 64 votos; y el presidente del Senado, también liberal, Estanislao Rendón con 30. El candidato antimilitarista José Ángel Ruiz, a quien apoyaba Blas Bruzual, tuvo 20 votos. No hubo candidatos conservadores o paecistas; Fermín Toro, que no había sido presentado, obtuvo 2 votos y José María Vargas y Andrés Narvarte, que tampoco eran candidatos, un voto cada uno. Como José Gregorio Monagas no había alcanzado los dos tercios del total de los votos emitidos, le correspondía al Congreso, que debía reunirse en Caracas el 20 de enero de 1851, perfeccionar la elección, escogiendo a uno de los 3 primeros candidatos. El presidente José Tadeo Monagas, valiéndose de los recursos económicos y del poderío militar del Estado, presionó a favor de su hermano, quien fue elegido presidente de la República por el Congreso durante la sesión matutina del 20 de enero. De los 80 congresantes presentes, 65 votaron por José Gregorio, 8 por Guzmán y 7 por Rendón. El nuevo mandatario, que se hallaba en Barcelona, se trasladó a Caracas y tomó posesión el 5 de febrero de 1851. Tenía 56 años de edad.
Temas relacionados: Esclavitud; Ley de Abolición de la Esclavitud; Revoluciones liberal-conservadoras.
Pronto se formó alrededor del nuevo presidente un grupo de incondicionales, a quienes llamaban los «gregorianos», que, sin criticar directamente a José Tadeo, atacaron a quienes le habían acompañado en el poder, que fueron conocidos como «tadeístas». Si bien los 2 hermanos permanecieron unidos en general y se apoyaron mutuamente (sobre todo para enfrentar los peligros de alzamientos conservadores), los círculos que rodeaban al uno y al otro combatieron ásperamente entre sí para obtener o conservar las prerrogativas políticas, económicas y sociales que concedía el poder. Los gregorianos iniciaron en 1851 un proceso contra 2 de los secretarios de Estado de José Tadeo Monagas, acusándolos de haber actuado incorrectamente en la adquisición de un buque de guerra, de lo cual fueron absueltos posteriormente. Los antiguos liberales se hallaban divididos: algunos se habían marginado voluntariamente de la acción política directa por el momento, como lo hizo Antonio Leocadio Guzmán y otros se adscribieron al grupo tadeísta o al gregoriano. En las elecciones para la vicepresidencia de la República, celebradas a fines de 1852, se enfrentaron los tadeístas, cuyo candidato era el abogado Francisco Vicente Parejo, y los gregorianos, que llevaban como candidato al también abogado Joaquín Herrera, quien triunfó. A principios del año siguiente, empezó a publicarse un periódico apocalíptico, cuyo título era El Juicio Final, que atacaba a José Gregorio Monagas, se declaraba de oposición, e hizo una guerra abierta, tanto al vicepresidente Joaquín Herrera como al secretario de Hacienda Pedro Carlos Gellineau, amigo del presidente. Se produjeron choques personales de carácter político, aparecieron libelos y la agitación creció; en el seno del Congreso, se manifestaba una oposición minoritaria pero activa. Frente a esta situación el Poder Ejecutivo solicitó facultades extraordinarias del Consejo de Gobierno después que el Congreso entró en receso, las recibió y procedió a encarcelar a varios periodistas y a suspender El Juicio Final. Estallaron rebeliones en Valencia, Maracay, Barquisimeto y Trujillo, pero pronto fueron vencidas por el gobierno. Más seria fue la insurrección en Cumaná, que encabezó en 1853 el propio gobernador de la provincia y la cual llegó a constituir un gobierno provisional; pero cuando las fuerzas de José Gregorio Monagas se dirigían hacia aquella ciudad, esta fue casi enteramente destruida por un terremoto que se produjo el 15 de julio de 1853, seguido de un maremoto. Los revolucionarios renunciaron a continuar la lucha y la rebelión se agotó. José Tadeo Monagas, que había apoyado a su hermano, sometió a los rebeldes de Maturín. Un aspecto positivo para la economía nacional fue el aumento constante de los precios del café, el principal producto de exportación, que se produjo en 1850 y continuó hasta 1857. También alcanzaron buenos precios en los mercados mundiales el cacao, el añil y sobre todo los cueros de res, de los cuales se realizó una gran exportación (con frecuencia clandestina), desde los llanos a través de Ciudad Bolívar. En aquella época empezó a circular un buque de vapor, el Orinoco, entre el Apure-Orinoco y la isla de Trinidad y otras Antillas, así como la Guayana Británica, el cual pertenecía a una empresa venezolana, aun cuando había sido construido en Filadelfia y su capitán era norteamericano. A raíz de los movimientos revolucionarios que habían estallado durante la presidencia de José Tadeo Monagas y que continuaron en la de José Gregorio, los llanos sufrieron grandemente, pues los ejércitos regulares y los revolucionarios se apoderaron indistintamente de ganado vacuno, caballos y mulas pertenecientes a cualquier hacienda. El abigeato se mantuvo durante bastantes años en las regiones de Barinas, del alto llano y del Apure. El ganado en pie y la carne perdieron valor aunque las exportaciones de cueros se mantuvieron. Entre tanto, el Erario Público sufría de una crónica penuria y los presupuestos se saldaban con déficit considerables. Desde el punto de vista fiscal, el crédito público estaba muy decaído, los sueldos de los funcionarios se pagaban tarde o mal y el agio era muy corriente, manejado por políticos inescrupulosos. La corrupción administrativa cundió por todo el cuerpo nacional. Con el peculado, la descomposición social se hizo más aguda y aumentó el índice de delincuencia común no sólo en los campos sino también en las ciudades. La policía parecía impotente para prevenir el mal. La venta a particulares de tierras baldías, decretada desde 1848 y ejecutada durante los años siguientes, incluyendo el período de José Gregorio Monagas, favoreció fundamentalmente a los grandes propietarios y, de un modo especial, a la propia familia Monagas, que participó en más del 11% de todas las tierras que se adquirieron en ese período; una ley de 1853 para proveer de tierras baldías a las viudas, huérfanos y padres de militares difuntos (sargentos, cabos y soldados) no tuvo efectos prácticos apreciables.
La medida más importante adoptada durante el gobierno de José Gregorio Monagas fue la abolición de la esclavitud, que había sido solicitada por la Diputación Provincial de Caracas desde 1850, reiterada en 1852, y que el Congreso tomó en consideración al iniciar sus sesiones en 1854. El Poder Ejecutivo, tanto el presidente como su secretario del Interior Simón Planas, quien fue decidido impulsor del proyecto, promovía también la abolición e instaba al Congreso a tomar una decisión. En el seno del Congreso existía un amplio consenso respecto a la conveniencia de eliminar la esclavitud en Venezuela, pero los debates más ardientes tuvieron por objeto la discusión de cómo se podría alcanzar la libertad de los esclavos, devolviéndoles la dignidad humana plena, sin con ello perjudicar el derecho de propiedad de los dueños de dichos esclavos. Algunos diputados llegaron a evocar el espectro del comunismo, pero no el de Marx y Engels (que posiblemente aún no era conocido en Venezuela), sino el de Luis Blancy de los llamados «socialistas utópicos». Finalmente, la Cámara de Representantes aprobó el decreto de abolición por inmensa mayoría el 16 de marzo de 1854, el Senado lo hizo el 23, y el presidente José Gregorio Monagas le puso el Ejecútese el 24. La libertad era total, sin restricciones y se preveían indemnizaciones para los dueños de los esclavos. Posteriormente, el Poder Ejecutivo reglamentó la ejecución del decreto de abolición y arbitró fondos para pagar a los propietarios. En 1854 el total de la deuda por concepto de manumisión alcanzó a unos 4.000.000 de pesos y, en 1856, ya terminado el período de José Gregorio incluidos los intereses hasta entonces devengados, ascendió a poco más de 5.000.000. Este fue el máximo. El pago se hizo en bonos de la deuda pública, llamados «vales de abolición», con mucha lentitud. Según los cálculos del historiador John V. Lombardi, el número de esclavos que quedaron libres por la ley de 1854 oscilaba entre 12.000 y 15.000, más cerca, probablemente, de la primera de estas cantidades. En cuanto a los manumisos, fueron algo más de 11.000 los que alcanzaron entonces su plena libertad, sin seguir sujetos a la tutela de sus amos. En total el número de esclavos y manumisos libertados ascendió a unos 25.000 en números redondos; si se tiene en cuenta que la población total de Venezuela era en 1854 (según cálculos aproximados del mismo historiador) de 1.450.000 habs., los esclavos y manumisos libertados no alcanzaban ni siquiera al 2% del total. Otros cálculos permitirían alcanzar un porcentaje ligeramente más alto, alrededor del 3%, pero, de todas maneras, la esclavitud, como institución, era algo moribundo en la Venezuela de los años 1850. Una buena parte de los libertados, tanto esclavos como manumisos, y en especial las mujeres dedicadas al servicio doméstico, siguieron trabajando para sus antiguos dueños, pero ya como personas libres; otros, especialmente los que vivían en el campo, se sumergieron en su gran mayoría en la masa de peones que constituían en aquellos momentos ya el grueso de la población agrícola venezolana.
En el ámbito cultural, se produjo la instalación de la Biblioteca Nacional en 1854, institución que había sido decretada desde 1833 pero que había dejado de funcionar y que José Tadeo Monagas dispuso fuera reinstalada; le correspondió hacerlo a José Gregorio, y se estableció en el convento de San Francisco bajo la dirección de Pedro Guillén; poco más tarde, la voluminosa y valiosa biblioteca de José María Vargas quien la legó al fallecer en 1853, se incorporó a los fondos de la institución. Como consecuencia del descubrimiento de yacimientos auríferos en la región de Guayana a comienzos de la década, fue promulgado, en 1854, el primer Código de Minas que tuvo la República. En el seno de la Diputación Provincial de Caracas, Andrés E. Level promovió medidas conservacionistas, al señalar la necesidad de proteger al samán de Güere en los valles de Aragua y al samán de la Trinidad en Caracas; alrededor de este último se acordó colocar una cerca con la siguiente inscripción: «Los hijos de Caracas, henchidos de gratitud, consagran este árbol indígena y respetado por las generaciones pasadas a la memoria del Libertador Simón Bolívar».
A mediados de 1854, estallaron nuevas rebeliones cuyo epicentro estuvo en Barquisimeto y en la península de Paraguaná. Monagas consiguió dominar en poco más de 3 meses estos movimientos, que resultaron bastante sangrientos. El general José Antonio Páez, que desde el exterior preparaba una expedición para participar en la lucha, no tuvo tiempo de intervenir. Poco después, un guerrero invisible, mucho más mortífero que las guerras civiles, llegó a Venezuela por el oriente, procedente de la isla de Trinidad: el cólera morbo penetró en Guayana, en la isla de Margarita, en Cumaná.y causó centenares de muertes; poco a poco avanzaba hacia Caracas y hacia el centro de la República, donde sus efectos se hicieron sentir sobre todo cuando concluía el período presidencial de José Gregorio Monagas. Entre tanto, se habían realizado las elecciones presidenciales y José Tadeo Monagas, apoyado por su hermano según la práctica del nepotismo, obtuvo 397 votos en los colegios electorales contra un solo voto de oposición que recibió Fermín Toro. El 20 de enero de 1855 José Gregorio Monagas dejó la presidencia de la República en manos del vicepresidente Joaquín Herrera y dio una alocución de despedida en la cual, entre otras cosas, recomendaba a los venezolanos que abandonasen las vías de las revoluciones y buscasen «...en el honesto trabajo y el respeto a las leyes la felicidad apetecida...». Luego salió hacia Barcelona. El nuevo presidente, José Tadeo Monagas, llegó a Caracas desde oriente y tomó posesión el 31 de enero de 1855.
Autor: Manuel Pérez Vila

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