Tovar, Manuel Felipe de
Tovar, Manuel Felipe de
Caracas 1.1.1803 —
París 20.2.1866
Político, filántropo y humanista, presidente de la República (1859-1861). Hijo de Francisco Nicolás de Tovar y Tovar y de la prima de este María Altagracia de Tovar y Ponte, sobrina de Martín Tovar y Ponte, quien fue uno de los 2 copresidentes de la Junta Suprema de 1810. Es el mayor de 6 hermanos. Educado en Francia e Inglaterra; políglota y ávido lector, adquirió una sólida formación. Fue enviado a Europa por sus padres en 1821, cuando apenas contaba 18 años, para completar su educación. Luego de 8 años fuera del país, regresó (1829) con muy sólidos conocimientos en diferentes ramas del saber, especialmente en el área humanística, y fijó su residencia en Caracas. Elegido miembro del Ayuntamiento capitalino y luego su presidente, inicia su carrera política como destacado representante del Partido Conservador. Desde su llegada al país, se incorpora a las deliberaciones de la Sociedad Económica de Amigos del País. Alterna allí con hombres «...que consideran un deber ocuparse de los problemas de la educación, agricultura, caminos, esclavitud, economía, regularidad institucional, centralismo, federación legalidad...». Se adscribe al grupo «civilista» que impulsa la candidatura de Andrés Narvarte a la vicepresidencia de la República (1832) y 2 años después, forma parte de los que sostienen la candidatura de José María Vargas para la presidencia de la República. Electo diputado al Congreso Nacional desde 1832, preside en 1834 la comisión parlamentaria que estudia la reforma al Escudo de la República y elabora el informe que es acogido por unanimidad. En esa curul le sorprende el golpe de Estado «reformista» (8.7.1835) que derroca al presidente Vargas. Tovar contribuye decididamente a su reinstalación en la presidencia. Es uno de los comisionados de Vargas para notificar al general José Antonio Páez su designación como comandante en jefe del Ejército que impondrá la constitucionalidad por la fuerza de las armas. Formará parte del grupo parlamentario que se opondrá al «decreto monstruo» y exigirá vigorosamente una verdadera política de amnistía y clemencia para con los «reformistas» (1836). Designado presidente de la comisión de Instrucción Pública de la Sociedad Económica de Amigos del País (1836), patrocina y coopera financieramente a la instalación en Caracas del colegio Independencia, regentado por el geógrafo e historiador Feliciano Montenegro y Colón. Estuvo entre quienes votaron por la aceptación de la renuncia presidencial de Vargas (26.4.1836). Fue un político a tiempo completo, sin descuidar por ello sus intereses económicos. Reelecto diputado y luego senador coincidirá en varias legislaturas con los liberales al momento de votarse iniciativas progresistas. «...Las vías de comunicación y el aumento de brazos [dirá en el Congreso] son tal vez las primeras necesidades del país...». Esta preocupación le había llevado a dedicarse a las juntas de fomento de las carreteras Caracas-La Guaira y Caracas-Valencia, que presidirá hasta la conclusión de ambas vías. Con su tío, Martín Tovar Ponte, había emprendido programas de colonización e inmigración que se concretan en la Colonia Tovar y posteriormente, en la de El Jarillo; encomiendan a Agustín Codazzi los planes para asentar allí inmigrantes alemanes y donarán las tierras para ese objeto (1838), en las cuales se asentarán los colonos a partir de 1843. Sus tierras de labranza, como las del resto del país, sufrirán por el bajo rendimiento de los cultivos y la depresión de los precios. Le afecta, como a todos los agricultores, la ley de 10 de abril de 1834 «...que prácticamente legalizó la usura...». Buscará salidas a la crisis. Explora la posibilidad de abrir «...un banco de depósito y préstamo...», indaga sobre «...el sistema bancario de Estados Unidos ...», y sobre la conexión del negocio bancario «con el impulso» a la industria y el comercio. Es partidario del sistema francés: «...las especies reservadas para las transacciones comunes y los billetes para los depósitos comerciales y remesas...» (1837); pero no es escuchado por el gobierno del presidente Carlos Soublette. Presidente de la Cámara de Representantes (1843), advierte en el Parlamento la gravedad de la situación económica, el creciente descontento popular y el amenazante desequilibrio social:«...la paz nacida del cansancio de pasadas y prolongadas revueltas [dice] se ostenta indefinida [pero] el imperio de la ley no es duradero sino en pueblos instruidos...». Es de los «oligarcas» preocupados porque la falta de educación popular vinculaba el poder a unas mismas manos. Le atrae la idea de que se conforme en el país una oposición institucional, vigorosa, responsable, que contribuya a cambiar la rigidez de un sistema mineralizado. Por ello, desde 1840, había cooperado financieramente a la fundación de El Venezolano, periódico que dirige Antonio Leocadio Guzmán. Nunca se adscribe al Partido Liberal aunque continuará coincidiendo con sus planteamientos. Celoso de su independencia, desarrollará una estrategia de acción política al margen de los partidos o en la periferia de ambos. Tovar buscó, a su manera, el poder desde temprano y no desechará oportunidad para ir perfilando una imagen novedosa, la del único civil, conservador por su origen, rico y progresista, con aspiraciones políticas serias. Irá afirmando su peso y liderazgo entre los mejor formados y con mayores intereses económicos. Adversario del personalismo es hombre de trabajo en equipo. Al iniciar Carlos Soublette su segundo mandato presidencial, Tovar patrocina con su entrañable amigo Francisco Aranda, civilista liberal, la creación del Instituto de Crédito Territorial; iniciativa que supone una vigorosa intervención del Estado en favor del desarrollo agrícola. Soublette veta la ley; se habla de maniobras palaciegas contra el proyecto y Tovar rompe entonces con Soublette (1845). Era aún presidente de la Cámara de Representantes. Romperá también con Antonio Leocadio Guzmán cuando este radicaliza la oposición en busca de su propia candidatura presidencial; y, cuando José Antonio Páez sostiene la candidatura presidencial de José Tadeo Monagas, romperá también con Páez; actitud similar a la de otros «moderados» en desacuerdo con la política de confrontación de los partidos, que consideran absurda. Tovar se retira del Congreso; por 10 años permanecerá alejado del Parlamento aunque no de la política. Nada tendrá que ver con los sucesos de 1846 y 1848. Actuará de manera soterrada y conspirativa en oposición al gobierno de los Monagas. Se irá convirtiendo en cabeza del ala civilista del conservatismo, contrapartida del imperioso dominio «personalista» de los militares libertadores. En 1856, los «civilistas» deciden encabezar la oposición prescindiendo de los «personalistas» de ambos partidos. Lo determinan en secreto. Se trata de derrocar a José Tadeo Monagas y cerrarle el paso a Páez a un tiempo. En 1846, habían «...dejado el campo a los demagogos y a los energúmenos...» de ambos partidos; ahora no están dispuestos a hacer lo mismo y trabajan en secreto sobre estos propósitos. Páez, al fin, se percata de su exclusión y reacciona indignado desde el exilio. Tovar, «menos tolerante» que los que se aferran al liderazgo de Páez, «...buscó mayor espacio para la revolución...» que derrocó a Monagas y desplazó a Páez por un tiempo, en marzo de 1858. Tovar será de los principales sostenedores del general Julián Castro como jefe de la revolución. Ministro de lo Interior y Justicia en el primer gabinete de coalición del presidente Castro, fue designado, posteriormente, diputado por Caracas a la Convención Nacional de Valencia y nombrado presidente del Consejo de Gobierno (1.8-17. 9.1858) y luego, vicepresidente interino de la República. Desde dichas posiciones, se opondrá resueltamente al retorno de Páez al poder y trabajará tesoneramente para abrirle vías a una candidatura civil: la suya. Piensa que solo un civil logrará restablecer «...el equilibrio de las diversas tendencias que provocando una total desarmonía entre los venezolanos minaba de odio y prejuicios el alma nacional...». Rompe con el presidente Castro (1859) cuando este se hace «inmanejable» y simulará pactar con el paecismo para desplazar a Castro del poder. Castro reaccionará aliándose con los liberales, lo que precipita el golpe de Estado (2.8.1859). Restablecida la constitucionalidad por el designado Pedro Gual, quien había obtenido la renuncia de Castro estando preso este, Tovar asume la presidencia provisional de la República y es elegido presidente constitucional para el período 1860-1864, en las primeras elecciones presidenciales mediante el sufragio universal de varones. Ya había estallado la Guerra Federal. Magistrado apegado a la ley, hubo de enfrentar los primeros y más duros momentos de la revolución, que después de las batallas campales de fines de 1859 y comienzos de 1860, derivaría hacia el persistente asalto guerrillero. El paecismo, liderado por Pedro José Rojas, radicalizará la oposición. Sometido al fuego de 2 fuerzas, la guerrilla federal, cada vez más audaz y aniquiladora y la conspiración militar que solo ve en la «dictadura ilustrada» la solución de la guerra, el presidente Manuel Felipe de Tovar decide renunciar (20.5.1861). Asume el poder el vicepresidente Pedro Gual. «...Que mi nombre no sirva de pretexto a la prolongación de la guerra...», dirá Tovar, quien saldrá del país acompañado de su esposa. Se radicará en París donde morirá de un ataque cardiaco. El presidente Antonio Guzmán Blanco decretó la repatriación de sus restos y su inhumación en el Panteón Nacional (1875); pero tal decreto nunca se cumplió. Sus restos reposan todavía en el cementerio de Epinay, en las afueras de la capital francesa.
Autor: Carlos Rodríguez Ganteaume
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