Rebelión militar del 1 de enero de 1958
Rebelión militar del 1 de enero de 1958
Este hecho se ha definido como el antecedente inmediato y principal de la caída del régimen del general Marcos Pérez Jiménez. Al amanecer de ese día, aviones de la Fuerza Aérea volaron sobre la ciudad de Caracas. Habían despegado de la base de Boca de Río, situada en Palo Negro (Edo. Aragua), con el objetivo de ametrallar el Palacio de Miraflores y el edificio sede de la Seguridad Nacional. Al mismo tiempo, oficiales y tropa de la guarnición de Maracay se alzan en armas y se apoderan de una emisora radial. En Caracas lo hacen también 2 unidades blindadas, compuestas de tanques, las cuales salen del cuartel Urdaneta de Catia hacia Maracay en vez de hacerlo hacia el Palacio de Miraflores, situado a escasos kilómetros. En Miraflores estaban detenidos oficiales de diversas armas desde la víspera de año nuevo, entre ellos el coronel Jesús María Castro León, de relevante figuración en los sucesos subsiguientes al 23 de enero. Los oficiales de la guarnición y de la base de Boca de Río y las unidades blindadas de Caracas, bajo el mando estas del coronel Hugo Trejo, estaban comprometidos en una acción para derrocar a Pérez Jiménez. Sin embargo, fallas en la coordinación de los movimientos, la sorpresa del hecho para un alto número de oficiales que desconocían los preparativos de la revuelta y el adelanto prematuro de la misma, debido a una delación que obligó a realizarla 5 días antes de lo planeado, frustraron el éxito del alzamiento. Trejo fue hecho prisionero en Maracay, luego que dejara en Los Teques sus unidades llevadas hasta ese sitio; la guarnición de Maracay se entregó al coronel Roberto Casanova, la Marina no se pronunció; y 13 aviadores rebeldes, al verse en desventaja, volaron a Barranquilla después de hacerlo varias veces sobre el cielo caraqueño, llegando en la madrugada del día 2 a esa ciudad colombiana, donde se les concedió asilo político. A pesar de no alcanzar su cometido, el alzamiento del 1 de enero de 1958 demostró que la unidad de las Fuerzas Armadas era un mito. A raíz de la realización del plebiscito que reeligió a Pérez Jiménez como presidente de la República, apenas días antes, en diciembre de 1957, se aceleró el distanciamiento entre el mandatario y la institución castrense, en la cual habían 3 grupos de oficiales: aquellos leales al régimen, otros que propugnaban la salida de Pérez Jiménez del poder -pero sin cambiar la dirección militar del gobierno- y los que querían derrocar a Pérez Jiménez y al régimen militar, tal como se lo proponían los alzados del 1 de enero. Aunque el jefe de Estado emitió una proclama al día siguiente acerca de «la rendición de la guarnición de Maracay y la manifestación de sus deseos de rendición del agrupamiento constituido por una unidad blindada y una de artillería que permanecía en estado de rebelión en Los Teques», el levantamiento tuvo importancia fundamental al provocar una crisis de liderazgo entre el presidente Pérez Jiménez y el alto mando militar, encabezado por el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Rómulo Fernández. Este último le envía un memorándum a Pérez Jiménez: le pide un cambio de rumbo en la política del gobierno, la reorganización del gabinete ejecutivo y una mayor participación militar en el mismo. El 9 de enero se anuncia un alzamiento de oficiales de la Marina en La Guaira (ordenan zarpar 5 destructores de la flota para colocarlos en frente del puerto). Este alzamiento es dominado por el general Fernández, al negociar con los sublevados ciertas garantías para la institución armada. Como consecuencia, renunció el gabinete ese mismo día, saliendo del Gobierno hombres claves del mismo, como el hasta entonces ministro de Relaciones Interiores, Laureano Vallenilla Lanz; y Pedro Estrada, jefe de la Seguridad Nacional (policía política del gobierno). El día 13, Pérez Jiménez reorganiza nuevamente el gabinete, detiene a Rómulo Fernández y lo expulsa del país, asumiendo directamente el Ministerio de la Defensa, que había ocupado Fernández desde el día 10. Los acontecimientos que se desarrollan entre el 1 y el 10 de enero estimulan a sectores civiles y partidistas a publicar diversos manifiestos en contra de los abusos del Gobierno. Se realizan manifestaciones populares en todas las ciudades importantes del país. Ciertamente, la revuelta militar del 1 de enero le había quitado el miedo a sectores civiles y militares que a partir de ese momento se unen con la Junta Patriótica y con los oficiales comprometidos en la rebelión de año nuevo, para derrocar al régimen el 23 de enero de 1958.
Tema relacionado: Pérez Jiménez, Marcos, gobierno de.
Autor: Carlos Romero Méndez
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