Lunar, Emerio Darío
Lunar, Emerio Darío
Cabimas (Edo. Zulia) 27.1.1940 —
Cabimas (Edo. Zulia) 22.11.1990
Pintor autodidacta. Hijo de Manuel Lunar y María González. Solo completó estudios de educación primaria. Apasionado de la música, estudió piano y acordeón. Ayudó a sus padres atendiendo el negocio familiar y se desempeñó como pintor de letreros y avisos comerciales. Se inició en la pintura en 1966, siendo sus primeras obras retratos familiares de gran formato realizados con la intención de adornar su casa. En 1968 participó en el Salón D'Empaire en el Centro de Bellas Artes de Maracaibo, donde obtuvo el Premio Universidad del Zulia; ese mismo año también participó en el Salón Arturo Michelena de Valencia (Edo. Carabobo). En agosto de 1969, se realizó su primera exposición individual en el Ateneo de Caracas. En ese momento su obra llamó la atención de la crítica especializada, calificándosele de artista ingenuo. A partir de esa fecha exhibió su obra en numerosas exposiciones individuales tanto en Caracas como en los estados Zulia, Lara y Falcón. Participó en exposiciones colectivas en Caracas, en los estados Zulia, Carabobo y Aragua, y en las ciudades de Nueva York y Miami. Hacia 1973 incursionó en la escultura realizando un conjunto de figuras en yeso a escala natural, sirviéndoles estas posteriormente como modelos para sus pinturas. Lunar abandonó inmediatamente esta actividad alegando no conocer suficientemente la técnica. En 1989 recibió el Premio de Pintura Armando Reverón concedido por la Asociación Venezolana de Artistas Plásticos. En 1990, poco antes de su muerte, se inauguró la Sala de Exposiciones Emerio Darío Lunar en la Dirección Municipal de Cultura en Cabimas (Edo. Zulia). Lunar fue admirador de la pintura clásica, la cual intentó incorporar en su obra. Sus principales fuentes provienen de fotografías, postales y reproducciones de libros. Con su capacidad para resolver el espacio, las construcciones arquitectónicas imaginarias constituyen un elemento fundamental que, en muchos casos, se convierten en la imagen única allí representada, aunque para el artista siempre fue «una manera de llenarlos espacios vacíos». Son espacios imposibles de gran profundidad logrados a través de los planos de color, la luz, los contrastes lineales y la disposición de las masas volumétricas que se conjugan con extraños y solitarios personajes. En su obra eminentemente simbólica, se manifiesta un cierto gusto por lo misterioso, expresado en la atmósfera de sus cuadros, la utilización del color, la densidad psíquica de los personajes y los elementos que los rodean. Si bien en sus inicios la crítica lo calificó de artista ingenuo, hoy reconoce que su obra elude cualquier clasificación, ya que la misma no se identifica con ninguna escuela, tendencia o generación de la pintura venezolana.
Autor: RoseliaLevel
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